Se acerca la hora de decidir quién regirá la ciudad los próximos cuatro años. Las elecciones municipales no pueden observarse desde el prisma nacional, en ocasiones ni tan siquiera político --entendiéndose como partido- sino que prevalece quien, usando su marca personal, es capaz de convencer a sus vecinos de que dará respuesta a sus necesidades más inmediatas. En esta ciudad hemos tenido muchos ejemplos donde el voto a la persona ha superado el de las siglas y, por conocidos, es ocioso citar los casos.

Por azares del destino, en la capital, la cosa parece que va a estar muy repartida y no es descartable que nos encontremos con situaciones que requieran pactos, a priori, extraños -al menos desde una perspectiva global-. Una de las componendas que despiertan mayor simpatías entre la población es el pacto entre la actual regidora del PSOE, Isabel Ambrosio, y la candidata de Ciudadanos, Isabel Albás, acuerdo que no solo está bien visto por sus votantes y un amplio sector de la población sino que, incluso el diputado de ciudadanos electo por Córdoba, Marcial Gómez, lo ha establecido como posible al manifestar que «priman los proyectos de ciudad, y no nos vamos a cerrar a pactar con el PSOE en Córdoba, ni en las demás localidades».

Creo sinceramente que se trata de una postura valiente, pues resulta de gran trascendencia que el votante deposite su voto con la certeza de lo que se va a hacer con él. Es importante que aquellos que vuelvan a confiar en Isabel Ambrosio sepan que existe la posibilidad de ese pacto e igualmente aquellos votantes de Ciudadanos no se sentirán defraudados cuando se materialice lo que -de forma sibilina- se nos antoja como un escenario más que probable.

Esperemos que, de cristalizarse, se le dé solución a uno de los problemas fundamentales para el desarrollo de la ciudad como es la Gerencia de Urbanismo, pues resulta bastante irónico escuchar a aquellos que han tenido responsabilidad hasta la fecha -mediata o inmediata- exponer las soluciones para el problema como maná que cae del cielo. Lo que es indiscutible es que lo que no se ha hecho hasta ahora, difícilmente se hará en el futuro o, de lo contrario, pensaremos que se han estado cuatro años riendo de todos nosotros y de los inversores de fuera de nuestra ciudad -que es más grave si cabe-.

De los demás solo puedo decirles que Bellido, antiguo alumno de Cervantes, es buena persona y eso, hoy en día, es muy raro. Será que el colegio imprime carácter.

* Abogado. Profesor asociado de Derecho Administrativo (UCO)