Los principales medios públicos rusos, bajo el firme control del Gobierno, no caben en sí de gozo. Un día sí y otro también, difunden entrevistas con delegados, entrenadores y público alabando al país organizador, destacando la «hospitalidad» con que las diferentes hinchadas han sido recibidas, e incluso poniendo en duda las acusaciones de violencia y racismo contra el fútbol ruso vertidas en la prensa occidental. El presidente Vladimir Putin intenta demostrar, con la celebración del Mundial, que no es posible aislar políticamente a Rusia.

«Hemos encontrado una gran hospitalidad», explicaba recientemente a los micrófonos de Piervy Kanal, la principal televisión rusa, una aficionada venida de Australia. La entrevista tenía especial interés de imagen para Rusia porque se trata de un país que ha decidido no enviar ninguna delegación política a la Copa del Mundo debido al derribo en el 2014, por una batería antiaérea perteneciente al Ejército ruso, del avión de Malaysia Airlines sobre los cielos de Ucrania, a bordo del cual viajaban numerosos ciudadanos australianos. El Gobierno de Canberra culpa a Moscú de la tragedia.

OLEADA LAUDATORIA / En los intervalos del programa, el presentador informaba cómo muchos de los entrevistados, en particular los aficionados latinoamericanos, los más numerosos en Moscú, resaltaban la diferencia entre las informaciones sobre Rusia que leían en la prensa occidental y la realidad que han encontrado. En términos muy similares se ha expresado el embajador de Islandia, Berglind Asgeirsdottir. «Quiero rendir tributo a Rusia por una fantástica organización del Mundial», ha asegurado. Incluso Adam Nawalka, el entrenador de la selección de Polonia, un país que ha acumulado grandes resentimientos históricos hacia Rusia, se ha deshecho en parabienes hacia el anfitrión.

La sola celebración de la Copa del Mundo en Rusia ya constituye un éxito para Putin. Un escándalo de grandes proporciones estalló hace dos años a raíz de los procesos de adjudicación del presente Mundial y del de 2022, a celebrar en Catar. El torrente de informaciones sobre compra de votos de delegados de la FIFA en la prensa internacional hizo pensar en algunos momentos que se revertiría la decisión de otorgar el campeonato a Rusia, algo que al final no ha sucedido.