Cuando me planteaba cómo abordar este artículo me hice una pregunta inicial: ¿Debo hablar de quién creo que ganará esta tarde la final, o de quién quiero que gane? La respuesta aclaró mis ideas y me dispuse a empezar: mi ilusión y mi creencia convergen, la victoria será para Croacia. Estas son las 3 claves por las que los balcánicos serán campeones.

La historia se lo debe. Croacia llegó al Mundial de Francia 98 solo siete años después de lograr su independencia en medio de la guerra de los Balcanes. Llegó al torneo en Francia liderada por el gran Davor Suker y cayó en semifinales ante los anfitriones, que remontaron con un doblete de Thuram el gol inicial del exjugador del Sevilla. Croacia se quedó al borde de la final gracias a una generación de oro que aupó a Suker como bota de oro del torneo. Hoy, los balcánicos tienen la oportunidad de resarcirse ante la Historia y ganar su primera estrella a costa de la Francia que les aupó de la final hace justo 20 años.

Modric marcará la diferencia. Tras una temporada larguísima, Luka Modric se puso el mono de trabajo en Rusia. Ha sabido bajar un par de peldaños para adaptarse al juego combinativo de una Croacia con menos rapidez y versatilidad que el Real Madrid, pero con mucho más oficio e intensidad. Modric es el eje, el capitán, la esencia, el organizador, el pasador de Croacia.

La hispanidad no aguantaría una victoria francesa. Los españoles tenemos muchas cosas que nos dividen y no solemos ponemos de acuerdo. Sin embargo, si alguna cuestión nos une, es nuestro recelo hacia Francia. El vecino poderoso, el hermano mayor que se llevó toda la herencia, el primo que disfruta de las mieles y de la riqueza. Eso es, con todo el respeto del mundo, Francia desde el punto de vista de un español. La victoria de Croacia permitiría que siga habiendo un empate a uno en Mundiales. Toda España va con Croacia.