El portal del diario El País de Montevideo recibió la noticia como si fuera un regalo celestial: Edinson Cavani entrenó suavemente ayer con la mira puesta en Francia y más allá. El tiempo parece jugar a favor después de la lesión ante Portugal. La prensa uruguaya lo definió como el «héroe» de la victoria ante el equipo de Cristiano Ronaldo. «No solo hace goles, los corre a todos los rivales. No conoce eso de guardarse algo ni de regular energías. Es un fenómeno», dijo El Observador del país sudamericano.

Por eso la novedad de su posible recuperación volvió a ilusionar a la nación de tres millones de habitantes e hinchas irreductibles. «Matador, Matador», repitieron. Cavani quisiera que esa felicidad suya y de Uruguay no se termine hoy y que las sensaciones de dolor que lo sacaron de la cancha renqueando no dejen huella. ¿Pero jugará? El técnico Óscar Tabárez no ofrece una respuesta: «No voy a decir nada sobre Cavani. Pronto sabrán quién juega y quién se queda en el banquillo. Perdónenme». Su intención es no dar pistas a Francia.

‘EL PELADO’ DE SALTO / De chico le decían Pelado. El apodo le viene de Salto, la ciudad de unos 100.000 habitantes ubicada a unos 500 kilómetros de Montevideo. Ahí nació y jugó también Luis Suárez. Hay apenas 21 días de distancia entre ellos y mucho en común. Cuando eran chicos jugaba en equipos diferentes. Cavani era entonces centrocampista. La selección los unió y sostienen juntos un sueño que, dicen, no es imposible de lograr: el tercer Mundial de Uruguay. Uno y otro suelen recordar el modo «salteño» de vivir el fútbol. «Algunos niños empiezan los partidos con calzado, pero después, en el medio tiempo, todos los botines están apilados en un costado y todos estarán corriendo descalzos», confesó Cavani en una carta publicada por The Player’s Tribune que el atacante del PSG se escribió a sí mismo, es decir, al Cavani «botija», como llaman los uruguayos a los niños. «Si cierro los ojos ahora mismo, todavía puedo sentir el barro en la planta de los pies». Cavani no olvida esos días en los que el premio mayor al último gol del partido era un helado. La infancia es para el máximo artillero de la historia del club parisino, un territorio que no deja de visitar con su memoria. Una manera de seguir conectándose con ese que alguna vez fue, un Cavani que no tenía PlayStation ni un televisor grande en su casa. «Ni siquiera tienes para darte una ducha caliente. Tampoco hay calefacción», le recuerda a ese niño de nueve años.

A Cavani le gusta leer, y disfruta más cuando las historias son difíciles, sufridas, complicadas (del mismo modo que juega la selección uruguaya). Tal vez porque es otro modo de volver a acercarse a los días en que le faltaba de todo menos la pasión. Para recuperar parte de esos días lejanos escribió su carta imaginaria a aquel Pelado que fue.

Un modo también de hablar de quién es él en este presente. «¿Tu sueño es tener mucha plata, manejar lindos autos y dormir en hoteles elegantes? Bueno, Pelado, tendrás todas esas cosas. Pero tengo que decirte algo. No necesariamente te harán feliz… No tienes una ducha caliente. No tienes un peso. Pero tienes algo más. Algo que no tiene precio. Tienes tu libertad».

A los 31 años sabe que no se puede tener todo en la vida. Jugar contra Francia y ganar un Mundial quizá le haría cambiar de opinión, pero para eso debe vencer en el partido de hoy.