Todos viven a su alrededor y todos le muestran un cariño y admiración única. Evidentemente, todos dependen de él, de su personalidad, carácter, predisposición, determinación y profesionalidad, pero también de su amistad, buen rollo y cariño. Y todos, sí, se sienten cautivados por convivir durante la mitad del año, o más, con un joven tan particular y, según todos ellos, tan excepcional y maravilloso como Marc Márquez, flamante campeón del mundo de MotoGP, poseedor ya de ocho títulos mundiales, a los 26 años, cosa que nadie había logrado antes con tan temprana edad.

Son, cómo no, parte de aquellos que trabajan alrededor de Márquez, empezando por su manager, Emilio Alzamora, y terminando por su fisioterapeuta personal Carlos J. García, que tanto ha contribuido a preparar la conquista de este octavo título, pasándose semanas y semanas "desde las seis de la mañana, sin Navidad ni Fin de Año" para recuperarle de la delicada doble operación en su hombro izquierdo.

"A Marc no lo para nadie. No he visto a nadie que se divierta tanto preparándose, entrenándose y corriendo como Marc. Lo nuestro era un latazo, durísimo, pero él siempre se presentaba en la sala de masaje o en el gimnasio con la mejor predisposición del mundo. Esa es su fortaleza, la sonrisa que le hace único y, por supuesto, la prueba de que para él todo lo que rodea su profesión, incluida una rehabilitación tan sacrificada y dolorosa como aquella, le hacía feliz, pues sabía que, una vez iniciado el Mundial, él sería el más fuerte", cuenta Carlos sin remilgos.

Una operación muy delicada

Carlos, que pasó meses con Márquez, que no se separó de él en semanas, afirma que no le gusta perder "ni a las chapas, ni a las canicas, ni al parchis, ni a la Play, ¡lo sabré yo!". Esa misma tesis defiende José Luis Martínez, el asistente personal de Marc, campeón de motocross español y su sombra a lo largo de todo el año. José Luis es quien se desvive, día a día, para que a Márquez no le falte de nada en la vida, en los entrenamientos, en los viajes, en los desplazamientos, en los fines de semana de gran premio o test.

"Este es un trabajo que mola mucho", reconoció José Luis en un reportaje de DAZN, emitido tras la coronación de Márquez. "Y mola porque es estar al lado de alguien tan agradable y competitivo, tan profesional y sencillo, como Marc. Y, sí, es verdad que entrenarte con Marc es un peligro porque a él no le gusta perder a nada". Cuando le pides a José Luis cual es la manía de Marc, te dice: "El silencio. Así como otros pilotos se aislan con los auriculares, escuchando música, Marc requiere silencio para concentrarse. ¿Nervioso? Jamás de los jamases".

Emilio Alzamora, su manager y el hombre que impulsó la carrera deportiva de Márquez, reconoce que él ya se siente recompensado con creces de todo lo que ha conseguido junto al joven de Cervera. "Si por mí fuera, yo ya me iría a casa. Siento que, al lado de Marc, he recuperado millones de veces lo que le he dado, si es que le di algo que le sirvió para progresar, para ser mejor persona, cosa que es materialmente imposible, y/o piloto”.

Eso sí, Alzamora está sumamente orgulloso del paso dado, en los dos o tres últimos años, por Marc, en el sentido de madurar y adquirir experiencia, fuera y dentro de la pista. “Comparto con Carlos y José Luis, bueno, con todos, esa idea de que Marc no quiere perder ni a las canicas pero, por fin, hemos conseguido entre todos, porque esto también ha sido labor de todos, que entendiera que no siempre se puede ganar. Le ha costado horrores, sí, pero lo ha entendido y ahora mide muy bien la moto que lleva, la carrera que es y es mucho más realista y táctico que cuando lo fiaba todo a la fogosidad. Y, sí, ganaba, pero también perdía o se precipitaba sin sentido”.

Los elogios de Puig

Curiosamente se diría que ese Márquez siempre le ha encantado a Alberto Puig, director deportivo del equipo Repsol Honda, incluso cuando lo sufría como rival de su protegido Dani Pedrosa, con quien acabó falta, por cierto. “Marc es muy sencillo, muy normal y tiene una enorme capacidad de aprender. Pero, sobre todo, de aprender de lo que oye, de las charlas que tiene con todos nosotros e, incluso, y eso le hace grandioso, de los errores y caídas que sufre. Marc hace de una desgracia un aprendizaje. Por eso digo que cada año será mejor. Y, sí, estoy convencido, como ya dije el pasado año, que, en el 2020, aún veremos un Márquez mejor”.

El ingeniero japonés Takeo Yokohama, el técnico jefe de Honda Racing Corporation (HRC), el departamento de competición de la firma alada, cree que “Marc posee un montón de las cualidades, por no decir todas, de un piloto de altísimo nivel, de un auténtico campeón, capaz de pilotar nuestra moto a un límite inimaginable, lo que nos obliga a todos nosotros a no fallar y poder darle el material que necesita. Marc se adapta a todas las situaciones posibles de carrera y eso le hace ser tan imprevisible para sus rivales. Marc sabe sacarle el máximo partido a nuestra moto y eso pasa, desde luego, no solo por conocerla de memoria, por intuir sus reacciones, sino por estar físicamente como un toro”.

Ya más cercanos, mucho más próximos, entre la familia y el equipo, entre la complicidad y la profesionalidad, se encuentran dos de los técnicos vitales en la trayectoria de Márquez de su ‘década prodigiosa’, la que va de su primer título (125cc, Derbi, 2010) al conquistado este domingo en Buriram (MotoGP, Honda, 2019). Son su ingeniero Santi Hernández y su jefe de mecánicos Carlos Liñán.

La opinión de su técnico

Sabido es, porque lo ha contado graciosamente mil veces, que Hernández considera a Márquez “el Messi de las motos”, en el sentido de que si Marc se hubiese dedicado al fútbol sería como ‘D10S’, al igual, tal vez, que se hubiese convertido en su admiradísimo Rafael Nadal si le hubiesen dado una raqueta y no una minimoto. “Cuando digo lo de Messi, también me refiero a su capacidad por ser el capitán de equipo ideal, el líder, la persona que nos une a todos y que con todos va a tope en busca de sus objetivos. Por eso él siempre tiene a bien decir que ‘cuando acertamos, acertamos todos y, cuando nos equivocamos, nos equivocamos todos’, porque es así de cierto. Aquí no se decide nada sin que todos estemos de acuerdo con ellos, evidentemente el primero Marc, que es quien, solo en la pista, nos hace buenos a los demás”.

Porque esa es la gran tesis de Hernández, la de que “tú le das la mejor moto que puedes a Marc en cada circuito y él le echa el resto, convirtiéndola en ganadora si no lo era o paseándose hacia la victoria en caso de que hayamos cuadrado todo a la perfección, que eso también sucede, también”. Y, sí, Hernández también comparte com Alzamora el nuevo aprendizaje de Márquez: “Para ganar un título, otro, con la claridad que lo acaba de ganar Marc, es muy importante, mucho, aprender a perder en la última vuelta, en la última curva e, incluso, como nos ha pasado este año, sobre la misma línea de meta. Porque lo importante es el Mundial, el título, no la victoria del domingo”.

Y Liñán, todo discreción, silencio, método y buenas maneras en el mando, coincide con Hernández y el resto de equipo en que “para Marc entrenarse, viajar, correr, atender a todos no es una profesión, es su pasión, de ahí los resultados que consigue”. Liñán, eso sí, cree que cada vez es más difícil ganar. “Sé que lo que ha conseguido Marc es muy valorado, pero debe ser así porque la parrilla de MotoGP actual es la más bestia que yo he visto en mi vida, con 10 campeones del mundo y seis fábricas impresionantes implicadas a tope. Pues bien, en ese Mundial, Marc se ha coronado, de nuevo, campeón con cuatro carreras de antelación”.

El reto aumenta cada año

Liñán asegura que a los campeones les hacen grandes sus rivales y los de Márquez son enormes. “El reto que afrontamos es cada vez más difícil, pero todos lo hacemos con gusto. Da la sensación de que parece tan fácil ganar que, cuando no ganas, parece un desastre, ese es el nivel de exigencia y deberíamos de tener en cuenta que el deporte es eso, ganar y perder. Pero, sí, con Marc siempre tenemos que rozar la excelencia porque es ahí donde él ha colocado el listón y se siente muy orgulloso de ello”.

La esencia de todo, explican Hernández y Liñán al unísono, es que Marc sigue siendo el mismo chavalito “¡el mismo!” que conocieron en Moto2. “Cuando uno crece, cuando uno madura, cuando uno triunfa, cuando uno se hace popular y famoso, puede que cambie en su faceta de personaje público, de deportista de élite, como campeón, pero Marc, con nosotros, aquí dentro es igual que lo era hace diez u once años: uno más. Y yo creo que esa esa su fórmula del éxito. Y nosotros, detrás suyo, sufriendo y disfrutando a partes iguales. No, no, perdón, miento, disfrutando muchísmo más, sí”.