Lo que son las cosas. En pleno siglo XXI, esta columna de opinión está condenada, casi desde su mismo nacimiento, a ser leída solo en Internet y no en el soporte de papel para el que ha sido concebida.

¿Y por qué pienso de este modo? Muy fácil. Porque el mes pasado hubo muchos vecinos -a lo mejor usted estaba entre ellos- que se quedaron con las ganas de leer este periódico por culpa de varias comerciantes de la zona centro que animaron a secuestrar La Crónica de Montilla, es decir, a retirar de la circulación todos los ejemplares para mandarlos directamente a la basura.

Me cuentan que el detonante de esta decisión tan sectaria fue El Apunte en el que un servidor defendía dar voz a todos los vecinos de Montilla -y no solo a los que viven o trabajan en la Corredera- para decidir el futuro de esta céntrica vía.

Por eso no descarto que esas mismas comerciantes vuelvan a dictar hoy sentencia sumarísima y pidan, como hace un mes, que se boicotee este periódico para que nadie pueda leer una opinión distinta a la que ellas quieren imponer.

Pero es tontería. Es como pretender ponerle puertas al campo. La anterior columna fue leída en redes sociales e Internet por más de 7.000 personas ya que, en el mismo momento en que se supo que varias vendedoras habían decidido silenciar una simple columna de opinión retirando de la circulación todos los periódicos que se habían distribuido gratuitamente por Montilla, el interés por ese contenido se multiplicó exponencialmente. Efecto Streisand se llama. Pueden buscarlo en la Wikipedia.

Aparte de incrementar de manera formidable el número de lecturas, lo único que han conseguido con ese boicot despreciable es que a los que hacemos La Crónica de Montilla se nos haga muy cuesta arriba entrar a dejarse los cuartos en establecimientos cuyas propietarias ha participado en el boicot a una empresa que, al igual que las suyas, trata de generar empleo y riqueza en su pueblo pero que, a diferencia de las intolerantes, admite opiniones distintas. Porque estamos en democracia ¿saben?