La Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque de Montilla ha elegido el Panegírico por la poesía de Fernando de Vera y Mendoza como protagonista de El Libro del Mes, un proyecto puesto en marcha el pasado mes de abril con el objetivo de dar a conocer, a través de la página web de la entidad, aspectos singulares de algunos de sus títulos más selectos o extraños.

Precisamente, el Panegírico por la poesía es uno de los títulos que alcanzan una mayor singularidad bibliográfica. La obra, impresa en Montilla en 1627, salió a la luz como texto anónimo. Sin embargo, algunos expertos de la época pronto atribuyeron su autoría a Fernando de Vera y Mendoza, "asignación que fue justificada al quedar estampado en la portada del libro el escudo de su linaje paterno, el condado de la Roca", explica Elena Bellido, directora de la fundación.

El mismo año en que Vera y Mendoza compuso el Panegírico por la poesía ingresó forzadamente en la orden de San Agustín. "Este hecho hubo de condicionar adversamente su ansiado proyecto literario", recalca Bellido, quien hace hincapié en que esta curiosa edición, que comenzó a imprimirse en 1620, cuatro años después de su redacción, contaba con la aprobación del mismísimo Lope de Vega, que también ejerció como censor de textos. "Su beneplácito supondría el espaldarazo definitivo para la recién estrenada carrera literaria de Fernando de Vera, sin embargo, aquella primera tirada nunca llegó a tomar forma", detalla la responsable de la Biblioteca Manuel Ruiz Luque.

Sin embargo, el joven autor montillano no desistió en su empeño para que su obra viese la luz, aún en un contexto completamente distinto al del primer intento. De esta forma fue como Panegírico de la poesía se imprimió en un taller tipográfico de Montilla, que por entonces era villa cabecera del marquesado de Priego. Y uno de los escasos y rarísimos ejemplares que se conservan de esa primera edición se encuentra celosamente custodiado en la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque.

En Panegírico por la poesía, "el autor abandera una legítima defensa del ejercicio de los versos como práctica de un arte liberal, condición que por entonces no le era reconocida", destaca Elena Bellido, quien detalla que la obra se organiza en catorce capítulos, denominados "periodos", en los que Fernando de Vera recurre a muchos de los motivos que eran habituales en los tratados de preceptiva poética de la época, que insistían en la "superioridad" del arte de la poesía.

Este insólito tratado en el que se reivindica la condición intelectual del texto en verso despertó la atención de muchos eruditos, siendo considerado, a día de hoy, una pieza de elevado interés bibliográfico.