La recuperación del palacio de los duques de Medinaceli está más cerca. El alcalde de Montilla, Rafael Llamas, prevé intensificar en los próximos meses las reuniones con los propietarios de este histórico inmueble enclavado en el Llano de Palacio, junto al convento de Santa Clara, con el objetivo de alcanzar un acuerdo que permita su adquisición por parte del Ayuntamiento y, de esta forma, «evitar su pérdida definitiva».

En declaraciones a CÓRDOBA, el primer edil montillano explicó que el Ayuntamiento ha retomado las conversaciones con los distintos propietarios de este inmueble, que representa el edificio civil más notable de la localidad, «con el objetivo de poder llegar a un acuerdo a corto o medio plazo, ya que existe predisposición por ambas partes».

«De momento no hemos hablado de ninguna cantidad económica para formalizar la adquisición del palacio, dado que aún debemos contar con el visto bueno de todos los propietarios», puntualizó Llamas que, pese a todo, se mostró «confiado» en que el edificio pase a formar parte del patrimonio municipal.

Con respecto a la utilidad que podría tener el inmueble, mandado construir a principios del siglo XVI por los marqueses de Priego, el alcalde reconoció que el objetivo de la adquisición no es tanto ofrecer un uso determinado de manera inmediata sino, más bien, «evitar que se siga deteriorando o que desaparezca».

«El palacio forma parte del entorno de protección de un monumento histórico-artístico como el monasterio de Santa Clara, declarado Bien de Interés Cultural, y nuestra intención es conservar ese legado de los montillanos», añadió Rafael Llamas.

El estado de conservación que presenta el edificio es desigual. Según una resolución municipal dictada en julio del año 2012, la parte del palacio más próxima al convento de Santa Clara se encuentra en unas condiciones de uso y conservación «más que aceptables». Sin embargo, el tercer cuerpo del edificio -situado en la parte oeste del palacio, de forma paralela a la calle Gran Capitán- presenta un «importante estado de deterioro» como consecuencia de la demolición de la antigua bodega de tinajas existente junto al patio, que obligó incluso a desmontar la cubierta de una de las naves con el fin de extraer las tinajas de vino.