U na brillante jornada primaveral hizo que Lucena brillara con luz propia en su día más grande y glorioso, el Día de la Virgen, María Santísima de Araceli, patrona de la ciudad y del campo andaluz. Por la mañana tuvo lugar en la iglesia mayor de la ciudad, la parroquia de San Mateo, la celebración de la solemne función religiosa, que. como es tradicional, es oficiada cada año por el obispo de la Diócesis, Demetrio Fernández González. El obispo estuvo acompañado por el vicario de la Campiña, David Aguilera, y de un grupo de sacerdotes de la localidad. Como es tradicional, la Coral Lucentina, acompañada de la Orquesta de Cámara del Conservatorio, dirigidas por Víctor Nájera, ofreció la Misa del Campo Andaluz, magistral pieza de música sacra obra de Antonio Villa Álvarez de Sotomayor. Cabe destacar que asistieron al acto el alcalde, Juan Pérez, así como casi toda la Corporación Municipal el hermano mayor de la Real Archicofradía, Rafael Ramírez Luna, su junta de gobierno, Obra Pía y la Aracelitana Mayor, Elvira Cruces Vega, y su corte de damas.

El obispo, Demetrio Fernández, destacó en su homilia la importancia de «compartir la alegría que un buen hijo siente cuando está en casa de su madre», dijo, «en un día en que la Virgen de Araceli nos presenta a su hijo, para que le sigamos».

LA PROCESIÓN

A las 20.00 salió de la parroquia de San Mateo la procesión de la Virgen de Araceli a hombros de una gran cuadrilla de santeros mandada por Jerónimo Jiménez. La imagen lucía bellísima y recorrió las calles entre el fervor popular y miles de pétalos de rosa arrojados desde los balcones.

Acompañada por autoridades y aracelitanas y responsables de la Real Archicofradía, la procesión llegó a la Plaza Nueva hacia las once y media de la noche y se inició la tradicional función de música y fuegos artificiales, que cada año es admirada por lucentinos y numerosos visitantes. Tras ello la procesión de la Virgen entró en su templo poniendo broche de oro a una jornada central de unas esplendidas Fiestas Aracelitanas que tienen hoy su epílogo con algunos actos y que se prolongan con eventos hasta el dos de junio, en que la Virgen subirá al santuario, situado en la cumbre de la Sierra de Aras, hasta donde llegó la imagen procedente de Roma, la Ciudad Eterna, de donde fue traída por el marqués de Comares. Lucena vive un mayo aracelitano en el que se suceden numerosos actos y cultos en honor a la Virgen, que es visitada en estas fechas por numerosas personas en San Mateo.