Hasta hace poco no conocía a ninguna persona que hubiera padecido el coronavirus. 40 días ingresado en la UCI, 15 kilos perdidos y mucho sufrimiento pueden marcar para siempre el carácter de una persona. Esta persona que conocí hacía el siguiente razonamiento: «28.000 muertos a 1.000 euros cada uno, 28 millones de ahorro mensual y el Gobierno muy contento». Me mordí la lengua varias veces, casi me la trago. Por respeto a mis acompañantes e incluso al sufrimiento de ese señor no dije en ese momento lo que pensaba. Ya que todos los fallecidos parecía que eran pensionistas pensé en preguntarle cuántas pensiones había gastado la sanidad pública en salvarle la vida.

Ahora, aún sin poder salir de mi asombro pienso varias cosas: no sé si el cerebro se le habrá quedado afectado por el virus, tampoco sé cuánto odio puede albergar un ser humano para opinar eso de su Gobierno o si la ideología política puede influir hasta el extremo de llegar a decir semejantes barbaridades. Para colmo de males después me entero de que este señor es médico jubilado. Quizá debería saber lo que vale un día de estancia en la UCI.

Tal vez en este país nos haya faltado algo del espíritu portugués, esa frase que el jefe de la oposición le dirigió al presidente del Gobierno: «Sus éxitos serán los nuestros, los de todos. Aquí nos tiene para lo que necesite». Han transcurrido unos cuatro meses desde aquel desagradable encuentro y he meditado largamente dar a conocer estos hechos, por fin lo hago. Creo, modestamente, que puede servir para algo. Concluyo exponiendo mi opinión.

Peor que el virus de la covid-19, para el cual ya hay vacuna, es el del odio irracional de personajes como este. ¡Busquemos la vacuna entre todos!