Últimamente, voces autorizadas están alertando de la intoxicación informativa de las redes sociales que está minando la salud ciudadana. Recetan para su tratamiento mayor educación ciudadana acerca del uso y abuso de la tecnología digital, y mayor desarrollo del sentido crítico que nos alerte de las manipulaciones y engaños, advirtiendo de los peligros que las mismas entrañan para la convivencia.

En efecto, la gratuidad de acceso a los diferentes medios que ofrece Internet ha hecho que el número de usuarios que las utilizan como medio de opinión se cuenten por millones. Entre los que se encuentran los que quieren llamar la atención inventándose noticias sensacionalistas con la finalidad de impactar a la sociedad. Y los difusores de bulos e infundios sobre personas, que buscan manchar socialmente su imagen pública, atribuyéndoles comportamientos denigrantes. Es alarmante el número de personas que están siendo víctimas de la malevolencia de las redes. Bulos e infundios que son muy difíciles de contrarrestar ante la credulidad general que se le otorga.

Viene al caso recordar, como ejemplo de falta de rigor informativo a la hora de difundir noticias y mensajes sin que se verifique la veracidad o falsedad de los mismos, la noticia de la que tiempos atrás los medios de comunicación se hicieron eco, referida a un proyecto escolar de un colegio francés que vino a demostrar lo fácil que es difundir bulos y rumores en la era de Internet. El proyecto surgió cuándo una profesora advirtió cómo muchos de sus alumnos tenían a Internet como nuevo oráculo. El proyecto consistió en algo tan sencillo, como colgar ropa interior en cuerdas de tender extendidas en las calles de la pequeña localidad francesa de Poligny a lo largo de dos semanas. Durante las cuales los medios de comunicación tras interrogarse de qué había tras «el misterio de las braguitas y calzoncillos de Poligny», estuvieron especulando sobre ello y, disparando todo tipo de relatos, que, sin confirmar, daban pábulo a toda clase de narraciones e historias que acrecentaban el misterio y su eco. Se puso en evidencia, cuando el misterio se descubrió, cómo funciona Internet y cómo una historia así se puede propagar y convertirse en algo falso. El gran corolario pedagógico de este proyecto escolar es que en lo sucesivo, ante cualquier tipo de información, los alumnos no serán meros receptores pasivos de las noticias, sino que se preguntarán por su veracidad o falsedad.