La «Malmuerta» es una torre cordobesa por la que han pasado los siglos, y todavía la tenemos ahí, potente y no mal conservada. Es torre ochavada con un gran arco, y tras las últimas remodelaciones del entorno, con casas que la tenían encorsetada, quedó exenta, y dejó de tener tráfico rodado por debajo de ella.

En su interior forma una media naranja, y con una puerta a un lado que da paso a una segunda escalera que se dirige a la plataforma o azotea que tiene en lo alto. Bajo el arco hay un recuadro y en él las Armas Reales, teniendo grabada un escritura, casi borrada, donde pone la época de su construcción: se comenzó en el año 1406, siendo Pedro Sánchez corregidor de esta ciudad, y la obra duró solo dos años, haciéndose con fondos de la Ciudad y la Corona. En el Archivo Municipal hay un Privilegio de 1405, en el que Don Enrique manda destinar a esta obra el producto de multas a los tahures y garitos. En el siglo XVIII estuvo cedida al científico cordobés Gonzalo Antonio Serrano para sus observaciones astronómicas, de las que escribió varios libros. La torre también fue depósito de pólvora, por no servir el polvorín que había a gran distancia de la ciudad, y dice Ramírez de Arellano que buen trabajo le costó a la prensa local y al Ayuntamiento que quitasen de allí aquel constante peligro. Sobre el apelativo de «Malmuerta», nadie supo el porqué de este nombre; pero el que ha llegado hasta nuestros días, es porque dijeron que un caballero ascendiente de los marqueses de Villaseca, mató a su mujer, juzgándola culpable, por faltar a los deberes de buena esposa, y que arrojándose a los pies del Rey, este le condenó a construir la torre en memoria de su señora que había sido mal muerta, y por tomarse la justicia por sí mismo, y que en ella había de acabar su vida, por lo que tardó muchos años en su construcción. Como verán, leyenda y solo leyenda, que en nada guarda relación con la realidad histórica.