Nada pasa por casualidad, y todo tiene un porqué, algo difícil de concebir en los momentos de mayor adversidad en nuestras vidas. Hace unas semanas se iba mi segunda madre, mi amiga, mi consejera... Esta maldita enfermedad del siglo XXI le arrebató la vida en apenas seis meses sin compasión. Ante esta crueldad tuvo la gran suerte de estar rodeada de verdaderos profesionales, y así lo hago llamar, porque dejando en un segundo plano su experiencia y profesionalidad, cabe resaltar con gran énfasis su gran labor humana. No sabíamos si se trataba de tu médica o enfermera o era tu hermana o amiga, porque esa ternura, cariño y compañía fuera de sus horas laborales que te han dedicado, no se estudian en ninguna carrera de medicina. Gracias, Mª Victoria Jiménez, su médica de familia, gracias Mª José y Carmen Pérez (Cuidados paliativos) porque en esta vida se recoge lo que uno siembra, y no me cabe la menor duda de que vuestra cosecha tiene que ser de una calidad suprema.