La época tan excepcional que estamos viviendo debería marcar un antes y un después en muchas formas de ver las cosas. De no ser así, habremos perdido una oportunidad de oro.

La primera lección, la salud pública, incumbe sobre todo a los gobiernos. Deberían entender que es mucho más importante que la economía, y que además sin aquella, la segunda es imposible.

La segunda lección, la posibilidad de “teletrabajar”, la deberían aplicar en lo sucesivo algunas empresas, así como algunas Administraciones Públicas, y de ese modo ayudar a conciliar vida familiar y laboral, además de beneficiar al medio ambiente. Internet existe desde hace muchos años, y los medios para regular el “teletrabajo” también, este es el momento para avanzar en ese sentido.

Efectivamente, el planeta ha sido el principal beneficiado por el confinamiento, y de dicha consecuencia deberíamos extraer los ciudadanos algunas lecciones que si las aplicamos en nuestro día a día, ayudarán a nuestro entorno más de lo que imaginamos.

El confinamiento ha provocado que tengamos que estar solos con nosotros mismos, sin ese consumo, a veces frenético, al que casi siempre teníamos asociado el ocio, y ha hecho también que hayamos aprendido a valorar cuestiones que antes pasábamos por alto. También hemos tenido que racionar el consumo eléctrico de nuestros hogares al estar tantas horas en los mismos, lo que trae a mi cabeza algo que nunca he entendido, y que espero en lo sucesivo cambie: No quiero ponerme un jersey en julio en unos grandes almacenes o en el tren porque tengan el aire acondicionado al máximo, se trata de suavizar las temperaturas estivales, no de convertir el verano en invierno.

La tercera lección, el uso del vehículo particular, nos atañe a todos. Deberíamos plantearnos, ahora que estamos disfrutando de una calidad del aire inmejorable, si es imprescindible coger el coche para ir al barrio de al lado.

Espero que pronto podamos disfrutar de nuestra sierra, y que todos, desde la afición que tengamos -caza, pesca, senderismo, bicicleta, o como no, nuestros peroles-, nos acordemos de la imagen que nos vamos a encontrar estos días al salir al campo, el cual, tras una primavera como las de antaño, tiene una belleza indescriptible. Guardémosla bien en nuestra retina, y hagamos que nuestros descendientes sigan disfrutando de ella.