Un concurso televisivo donde los participantes han de convivir durante dos meses en una isla remota de América del Sur, y el único ganador o ganadora, por eliminación, puede conseguir un importante premio en metálico. Los concursantes deben superar pruebas o retos de distinta naturaleza, que los acaban abocando a un clima de enfrentamiento y mal humor. Sabiamente teledirigidos, no tienen intimidad alguna, todas las conversaciones son grabadas; sus pasiones, sus necesidades, son expuestas a la luz pública. Sus miserias, temores y dolores como seres humanos, son disecados, manipulados y fomentados cuidadosamente, para llevar a esas personas a una situación de desconfianza hacia sus compañeros, convirtiéndolas en muñecos manejables y sin dignidad. ¿Es lo que reclama la audiencia? ¿Así es como disfrutamos los españoles? Es el perfil del nuevo ciudadano o ciudadana, como pretenden las engañosas ideologías de los llamados partidos emergentes. Es la destrucción de todos los valores cívicos y humanitarios que, como estamos viendo, solo conducen al desaliento y al rencor. En el fondo, vamos a demostrar que todos somos igual de miserables, a cambiar y a destruir toda una civilización solidaria y democrática por otra empobrecida, tristona, y egoísta. ¿Hay despropósito mayor? H