Excelentísimo Sr. presidente de México, D. Andrés Manuel López Obrador, como español que soy quisiera humildemente pedirle disculpas en nombre de su tatarabuelo por las atrocidades que pudiera haber cometido, tanto él como sus coetáneos, durante los terribles años en los que cruelmente contribuyó a la conquista de México (1519-1521). Señor presidente, por el nombre que lleva y sus apellidos -españoles a más no poder- doy por hecho que ya se ha debido dar cuenta de que su ADN es oriundo de la Península Ibérica. Dicho sea en Román paladino: por desgracia es usted el tataranieto de un despiadado colono del Imperio Español. Uno de esos que «cometieron actos de autoritarismo, de avasallamiento y que asesinaron a miles de personas durante la colonización de México», según nos comenta. Acierta cuando dice que «la única forma posible de lograr una reconciliación plena es pedir públicamente disculpas por lo acontecido». Por ello creo que en el reconocimiento por escrito que le ha solicitado al Rey de España y al papa Francisco, donde les exige que pidan perdón, junto a sus firmas debe ir también la de usted. Por las atrocidades que cometieron sus antepasados. Que, por lo afectado que le veo, debieron ser muchas y todas ellas horribles.