¡Cuán dañino es el espíritu de cuerpo, señor Mir Jordano! Tan, que hace que el arte del disimulo que es la cultura, se caiga a los pies de ciertas personas quedando desnudas en su real primitivísmo. A la Justicia la pintan ciega y ateniéndonos a ese eufemismo se dirían varias cosas que no se ven. Quitemos la venda y veamos.

La primera es que luego de 40 años desde la transición a la democracia, cuasi todo el mundo hizo esa catarsis; y digo cuasi, porque uno de los llamados poderes (el judicial), aún estamos esperando que la haga. Quizás por ello aún se mantiene en ese pedestal mayestático desde el que nos mira. El trono de los intocables dioses. Con ese menosprecio con el que usted mismo, en su escrito nos describe al pueblo, olvidando que en una democracia la soberanía reside en él (...del pueblo para el pueblo). Asímismo hay menosprecio cuando dice «Sin haberse leído completamente la sentencia». No quiere ver que el 90% de las manifestaciones son por lo expresado en el voto particular...Y el espíritu de cuerpo. Todas las asociaciones. Todas las sensibilidades judiciales, todas; contra el ministro de Justicia que lo único que hacía en esta ocasión era ejercer de portavoz de la sensibilidad del pueblo soberano al que ustedes (es la democracia, estúpido, que diría Clinton), desprecian (el poder de las élites), ¿A qué le suena esto? Y unos días mas tarde vemos que, algún dato sobre el que se basaba el ministro y que todas las asociaciones judiciales negaban conocer, era cierto. Por ejemplo, ahora conocemos que el juez del voto particular fue expedientado en 7 ocasiones de las cuales en 6 de ellas fue sancionado por faltas graves o muy graves. ¡Qué dañino es el espíritu de cuerpo!

Luego de esto usted volverá a sus asuntos, pero lo que es volver al arte del disimulo...