Por la presente me dirijo a usted, habiendo conocido la sanción administrativa que pesa sobre las Hermanas del Convento de Santa Inés, con un montante de 170.000 euros, siendo motivada dicha «sanción» el arreglo del órgano del templo, obra de Pérez Valladolid en el siglo XVII, reseñado por Bécquer en su obra Maese Pérez, el organista. Encontrándose el órgano en un avanzado estado de deterioro, la Fundación Alqvimia, entidad sin ánimo de lucro, cifró el coste de su restauración en unos 150.000 euros, financiándolo íntegramente por esta entidad, que ha contado con la colaboración desinteresada de otras fundaciones y de varias personas que han colaborado altruistamente en la misma.

La disyuntiva del pensamiento es clara, sí el sentimiento de no permitir la desaparición de esa «joya», como tantas por el paso del tiempo dañadas, conlleva una sanción por su consejería, quizá, deberían ser ustedes los que deben guardar nuestro rico patrimonio cultural andaluz. Claro está, la contestación está servida y quizá el defecto es el ingente patrimonio existente en nuestras provincias, el que les hace «no atender» en la medida de lo deseado, tratándose de un patrimonio del sentimiento y para el ama. Olvidan un aspecto fundamental, en este mundo globalizado en el cual vivimos, en el que impera el poder monetario, tendemos a olvidar los momentos en los que necesitamos un instante, un encuentro con nuestro lado espiritual en un espacio donde nuestros días se arraiguen a nuestro ser, alentando nuestros sueños, albergando en el alma el calor, que nunca deberíamos perder. Esa es la obra diaria de las religiosas de todas las congregaciones, pedir por nuestros silencios y dar gracias a Dios por nuestras alegrías, sanar nuestras heridas corpóreas y rezar por las del Alma, desde el conocimiento de los colores de corazones puros.

Reflexionen.