«El miércoles 11 de octubre estaba tomándome una clara en un bar con mis compañeros después de participar en una concentración frente a la Delegación del Gobierno y antes de coger el autobús de regreso a mi casa, unos agentes de la Policía Nacional me identificaron y me llevaron a comisaría acusada de un delito de odio y lesiones». Así relata Amparo Molina, yayaflauta de casi 62 años, cómo le aplicaron la Ley Mordaza por unos supuestos hechos que sucedieron el pasado 1 de octubre en la plaza del Ayuntamiento de Valencia durante una concentración pacífica de protesta contra las cargas policiales en Barcelona.

Hoy 23 nuestro lunes al sol iba por la compañera y por muchas otras personas amenazadas, multadas, represaliadas... por ejercer la libertad de expresión y la defensa de la justicia, que son víctimas de esta Ley Mordaza con la que quieren devolvernos al Estado policial y que da miedo, porque es una advertencia para que nos estemos callados y seamos sumisos.

«Nos quieren callados y amordazados, pero no lo van a conseguir. Hay que poner el foco en las injusticias y en actitudes violentas como las que vimos el 1-O en Barcelona y el 9-O en Valencia. Si después de lo que se vio estos días la más peligrosa soy yo, tenemos un serio problema en este país». Palabras de Amparo con las que se identifica nuestro colectivo, exigiendo como ellas la dimisión del delegado del Gobierno en Valencia.

¡Nuestras pancartas ni lesionan, ni agreden, ni odian, pero sí denuncian y señalan la injusticia y a los que ejercen la violencia!