España, nuestro país, mal llamado todavía «este país», ha dejado de tener «sentido y propósito Común». Porque lo que está pasando, querido lectores, es el resultado de un quehacer político separador (oculto) desde sus regiones o comunidades autónomas. Que iniciado de manera radical y hasta criminal (por ETA) de dos de sus regiones mal llamadas «nacionalidades» (término impropio y falso, impreso en nuestra novena Constitución) hemos desembocado en esta crítica situación. Nuestra nación aun marchando y en pie económicamente, lo ha logrado, porque en paralelo muchas de sus empresas se han dedicado a crecer y extenderse como líderes en el mundo, al margen de lo político e ideológico. Pero de continuar empeñados en dilapidar el «propósito común», olvidando el «sentido Común Nacional», tras ese idílico plan federal o federalista que se busca, envuelto en una innecesaria reforma de nuestra Constitución volviendo a otra nueva desde un proceso Constituyente... el fracaso de nuestra Nación se culminará. Y hasta su vida económica difícilmente podrá seguir adelante. Porque serán torpedeadas sus vías, especialmente las del trabajo y su financiación por ese empeño tan desleal, como torpe y mezquino a nuestros principios Constitucionales: de igualdad entre españoles, lengua común vehicular (que no niega la regional) y unidad territorial... logrando que todo se derrumbe. Máxime cuando en el mercado global han irrumpido los «piratas empresariales», léase Amazón, Google, Facebock y Microsolt, que se saltan la normativa legal y fiscal, desequilibrando toda economía... Y no se les obliga a cumplir. Volver al primer amor o empeño, es lo mismo que volver al «sentido y propósito Común Nacional». La diversidad nunca comporta o conlleva ruptura.