Hoy en día no les damos importancia a las personas que pierden sus recuerdos, ya que estamos en la era de las tecnologías. Les damos más valor y empleamos nuestro tiempo libre en el uso del móvil. No dudo nunca de sus innumerables ventajas de comunicación, pero también posee unos graves inconvenientes psicológicos, hasta tal punto que, en ocasiones, preferimos una charla a través del aparato, antes que una conversación cara a cara y mirándola a los ojos, lo que puede resultar perjudicial, y lo que es peor: estamos con una persona o en una reunión, y permanecemos más pendientes del móvil, haciendo caso omiso a los demás presentes, lo que para mi punto de vista puede suponer una falta de respeto y educación tremenda. Por otra parte, existe algo de miedo o temor de la persona de pasar un rato con otra que ha perdido sus recuerdos, pues no la reconoce. Esto no ocurría antes, pues con memoria lógica, se acordaba por ejemplo, de las efemérides de la familia pero ahora, sin recuerdos, parece otra persona: le cambia el humor y el carácter. Es por eso que le pediría por favor al Gobierno español, y a toda la clase política de nuestro país, que se dejen de tantos debates absurdos, ayudando a los laboratorios a conseguir un medicamento que frene esta enfermedad y cambiando esta situación que pasan muchas familias en España.