Si hilasen fino los ediles que se llevaron al huerto el cambio de nombres de solo 15 calles de nuestra capital, hubieran metido en el mismo saco a otras muchas, para redondear la faena. Por ejemplo: Plaza de Matías Prats, insigne personalidad, locutor del NODO y RNE, aparte de las corridas de toros, hoy al borde de la condena y el fútbol, al borde de la gloria eterna. Reyes Católicos, que no eran franquistas, pero sí precursores del franquismo al término de la llamada Reconquista: Se inventaron e implantaron la Inquisición, que les permitió asesinar a quienes les parecía porque le estorbaban y ansiaban apropiarse de sus pertenencias: árabes, mozárabes y judíos conversos; con el beneplácito de la Iglesia. En general todas las calles con nombres de santos, vírgenes, obispos y papas, como subsidiarios de la Santa Madre Iglesia, que llevó bajo palio al Caudillo de España por la Gracia de Dios, cuando el palio estaba reservado solo al Sumo Pontífice o a un ministro de la Iglesia si portaba el Santísimo Sacramento.

Si los munícipes que se llevaron el gato al agua no tienen suficiente experiencia, conocimientos, información ni sentido común, debieran hacer un curso para que en adelante hilen más fino. La Ley, inclusive la de Memoria Histórica, debe tener las prerrogativas de Posible, Útil, Justa, Permanente y Promulgada; de alguna de estas prerrogativas adolece dicha Ley. Esperemos que el Reglamento que están cociendo para su aplicación ponga las cosas en su sitio. Conste que, si por mí fuera, no se eliminaría absolutamente ninguna calle ni plaza. Pero lo de Noreña merece plato aparte.