Una voz femenina exclamó desde el fondo del bus 24: «¡Imbécil!» Al llegar a casa, me puse a buscar su etimología para ver qué quiso decir aquella chica y encontré esto: La palabra imbécil proviene del latín imbecillis y viene a significar literalmente «sin bastón» (baculum). Y baculum proviene del griego baktron, emparentado este con la raíz indoeuropea bak. Imbecillis no tenía la connotación negativa que le damos hoy o la tenía de un modo diferente: significaba «frágil», «débil», «vulnerable» y también «enfermizo», «sin carácter» o «pusilánime». Llegó al español desde su primera documentación en 1524 y como tal figuró en la edición de 1780 del Diccionario de la Real Academia, pero en 1822 se introdujo el significado moderno, aunque los romanos ya usaban esta palabra con el sentido de»debilidad de espíritu». Hoy día imbécil es usado como adjetivo calificativo para indicar a todas personas que poseen poca inteligencia, alelado o torpe. De igual manera, existen diferentes expresiones que son usadas para designar a una persona imbécil como: cretino, tonto, estúpido, necio, majadero, idiota, entre otras. También, el imbécil moral es aquel individuo que no logra distinguir entre el bien y el mal. En psicología, imbécil hace alusión al individuo que padece de deficiencia mental. Entonces comprendí que estas acepciones no se ajustaban a la situación que había presenciado porque, después de llamar imbécil al señor, la chica agregó: «¡No me toque!».