Hace más de dos meses y medio que no estás conmigo. Una parte de mi vida se ha marchado a no sé dónde. La Secta del Perro se ha quedado sin uno de sus filósofos más importantes. Me has enseñado una forma de vivir y lo que es más importante y nos diferencia de otros seres, me has mostrado una forma de afrontar la muerte. No podré olvidar el último beso que te di cuando ya dormías plácidamente en aquella camilla fría arropado con tu mantita que tanto te gustaba. Me habrás visto llorar, desde algún lugar ignoto, sentado plácidamente con el Cínico Diógenes de Sínope, uno de nuestros maestros y fundador de esta humilde Secta del Perro, de la que la escuela filosófica tomó nombre. La escuela helenística de los Cínicos (perro en griego).

Sé que te habrás entristecido y, a la vez enojado, porque yo estaba olvidando una de las máximas de nuestra Secta que tú me enseñaste: soportar los momentos difíciles que tiene la vida y afrontar la muerte de forma natural. Para nosotros la muerte forma parte de la vida, como el nacer, es algo consustancial a todo ser vivo y el temor a ella debemos obviarlo.

Pero la soledad es dura, la casa se me viene encima, la vuelta del trabajo quisiera eternizarla para no abrir esa puerta donde me esperabas con devoción. Poco a poco me voy reponiendo, son 12 años contigo, es duro, pero sé que lo conseguiré con tu ayuda y los conocimientos adquiridos juntos. Quédate tranquilo sabiendo que has sido mi mejor amigo y compañero. Gracias EKO por todo lo que he aprendido de ti.