«Al que los dioses quieren perder, primero lo enloquecen». No bastó el caso Arrimadas que, alentada por él, pretendía conseguir la mayoría absoluta en toda España y ha perdido de modo estrepitoso hasta la mayoría relativa en Cataluña. No. Porque el mismo Rivera cortó brutalmente los puentes con el PSOE, creándolos hasta con Vox.

Ahora ha confirmado ese tremendo error expulsando de hecho a grandes valores de Ciudadanos, apoyándose en muchos cobardes o pesebreros elegidos por él mismo y enfrentándose al rechazo a su conducta por la mayoría de los fundadores de Ciudadanos y dos tercios de sus militantes.

¿Cómo no recordar que Borrell, apoyado sólo por una sola persona de los 34 de la cúpula del PSOE, venció al entonces también secretario general del PSOE con el voto de sus militantes? ¿Y que dos tercios de los votantes del Ciudadanos -para no hablar de los poderes fácticos- prefieren que pacte con el PSOE, señalando las encuestas que, de haber nuevas elecciones, Rivera caería en picado? Pero ni las cifras más contundentes pueden hacer dudar a quien está drogado por sus ensueños de presidirnos por esa vía insensata.