La antigua Huerta de la Marquesa es una amplia zona local hoy ya totalmente urbanizada. Pero el espacio ocupado por jardines y zona peatonal recibe, en su conjunto, una denominación que yo nunca he llegado entender del todo: «Zona privada de uso público». Del cuidado, mantenimiento y renovación de los jardines se encargan unos jardineros pagados por el grupo de vecinos que vivimos aquí. Y lo mismo ocurre con la zona peatonal. Pero, curiosamente, es nuestra zona privada que está abierta para uso y disfrute de cualquier persona o grupo de personas, pertenecientes o no a este conjunto de viviendas.

En alguna ocasión se ve por aquí el camión de la limpieza de Sadeco, aunque ni diaria ni semanalmente.

Si el seto de los jardines se deteriora, va por cuenta de los vecinos su renovación. Solo los grandes árboles, cuando se resquebrajan y son un peligro para la seguridad pública, Sadeco se encarga de derribarlos y cortarlos a media altura. Esos árboles que han visto cómo sus viejas ramas se iban desgajando hasta llegar a la tala definitiva, deben su paulatino deterioro al abandono de la poda, en tiempo oportuno, por parte del Ayuntamiento.

Hay una media docena de troncos, como esos que aparecen en la foto, anunciando la desaparición de árboles que no han sido repuestos ni parece que piensen reponerlos en breve plazo. Y lo mismo ocurre con dos palmeras, de casi cincuenta años, cortadas a ras del suelo, cuyos alcorques están reclamando, en silencio, la presencia de una nueva planta en esos huecos vacíos.

Señores concejales, pasados, presentes y futuros, ustedes están, en estos días, pidiendo nuestro voto. Y me parece muy bien. Pero nosotros también pedimos que nuestras demandas sean oídas, estudiadas y puestas en ejecución. Esperamos que esos troncos, que están clamando al cielo en su triste y prolongada soledad, reciban pronto un aliento de vida con las nuevas plantas que vengan a sustituirlos.