Quería agradecer a la periodista Rosa Luque su emocionante y bien escrito texto sobre mi querida tía Kioto. Y aprovechar para trasladarle algunos bonitos recuerdos de mi infancia, como aquellos largos veranos en Trassierra donde ella nos enseño a cazar mariposas con red para estudiarlas y dibujarlas. Hacía cosas nuevas para nosotros; palomitas de papiroflexia, nadaba a estilo mariposa, nos descubrió el bádminton y a comer con los palillos japoneses, la primera maquinita la tuvimos de un regalo de cuando fue a Japón con mi tío Manuel García Merina, su primer marido y al que extraño mucho. Nos llevaba al torno, allí en el taller de los patios San Francisco, y hacíamos pequeñas vasijas, lapiceros y tortugas de barro que metíamos en el horno. Llenó de magia nuestra infancia. Lamentablemente desapareció de nuestras vidas en la adolescencia y madurez. Qué pena no haberla podido disfrutar más. Descansa en paz querida tita Kioto, sigue volando con tus pequeñas alas de mariposa.