Poetas y músicos han ensalzado especialmente la belleza del otoño por la variedad cromática que toman las hojas de los árboles y por las inmensas alfombras que van formando al caer suavemente sobre bosques y jardines.

Apenas hemos iniciado el otoño, con temperaturas superiores a 30º, los equipos de jardinería de la mayoría de los municipios han puesto en marcha sus sierras eléctricas y sus insoportables «sopladoras» para podar sin piedad los árboles que todavía dan sombra y llevarse en camionetas aquellos tapices que empezaban a cubrir el suelo de nuestras calles y plazas. Sin tener que ir a la montaña, los ciudadanos tenemos derecho a disfrutar en nuestros propios parques del espectáculo que nos ofrece el otoño, viendo cambiar el color de las copas de los árboles, pisar las hojas del suelo sintiendo aquel olor dulzón que desprenden y notar el paso de las estaciones. Dejemos que caigan las hojas a su tiempo... y si no queda otro remedio, después, se barren o «se soplan».