Si en 2018 se batió el récord de emisiones de CO2, entonces ¿para qué sirvió la Cumbre del Clima de París 2015? ¿Para forrarse? Tras opulentas comilonas, lujosas reuniones, bellas palabras y vacuas promesas, ahora aflora descaradamente el enorme y nauseabundo negocio de los derechos de emisión --con los que el capitalismo salvaje se enriquece en los mercados financieros-- que se torna en inmoral carga para el consumidor. Es irresponsable e indecente lucrarse con la especulación de unos derechos irreales. ¿Y se preguntan por qué el fascismo antieuropeísta está en auge?