Me alegré bastante cuando el pasado domingo día 13, leí en este periódico dos páginas enteras dedicadas a Las Margaritas y os felicito por ello: añoré mis primeros años cuando funcionaban plenamente La Porcelana (SUPE), Las Latas (Metalgráfica Cordobesa) y El Chimeneón (Eraso)... Pero: no mencionaron las cocheras de Campsa ni los depósitos de Campasa detrás de las cocheras.

A estas actividades accedían también, por detrás, los trenes de mercancías de Renfe, a través del llamado Callejón de la Campsa, que vivió cantidad de anécdotas dignas de un relato..., imaginen.

Precisamente la Campsa quiso extenderse hacia atrás ocupando buena parte del Cortijo de El Sordillo, entre la Colonia de la Paz y las vías del ferrocarril a Sevilla. Lo impedimos físicamente un puñado de mujeres colonas y un niño, yo, asesorados y dirigidos a prudencial distancia por mi primer y excepcional maestro Don R.N.H. (q.e.p.d.). La Benemérita hubo de intervenir con una actuación modélica para los tiempos que corrían. (Esto también merece un buen relato). Más cosas: No tienen nada que ver Las Casas Baratas (Patronato de S. Rafael), con la Colonia de la Paz (Banco de Reconstrucción Nacional, con sede en Madrid). Las Casas Baratas fueron muy anteriores a la Colonia promovida, creo, en 1947 o 48. De todo esto pueden dar testimonio algunas personas mayores de las primeras familias que ocupamos este barrio, aún supervivientes y residentes.

No quiero terminar sin reiterar la queja que hice tiempo atrás, sobre que a nuestra plaza, frontera con el colindante barrio de Mª Luisa, llamada popularmente plaza de la Paz, le pusiera el Ayuntamiento el nombre de una joven señora asesinada allí por su marido; bastaba una simple placa recordando el hecho.