8 de abril, 8 de la mañana, presentación de su informativo por parte de un experto periodista de una importante cadena de radio. Tras la noticia de que hay partidos que jamás harían coalición con otros y otros que recalcan que "no es no" a algo posible en el futuro concluye el periodista, al que tengo por buen conocedor de la situación y de sus protagonistas: "cuando se cierren las urnas el 28 de abril todo caduca; ya no cuentan para nada las negativas que se hayan expresado y todas las promesas hechas en campaña y en precampaña electoral".

Entonces ¿qué clase de democracia es esta? Si las bases de este sistema de organizarnos son "luz y taquígrafos" y que la soberanía del pueblo escoja a los mejores, la luz y taquígrafos para el pueblo son esos discursos, y mi soberanía, que sólo la ejerzo el segundo que echo el voto en la urna, tiene sentido si el que recibe mi voto va a hacer lo dicho en los discursos y en el programa: con ese voto firmo un contrato con él en que le apoyo en lo que me ha prometido

Si no va a ser así, ni mi soberanía sirve para nada, ni tampoco sirven tantos millones gastados estos días en viajes y más viajes de ciudad en ciudad dejando abandonadas las obligaciones del cargo anterior que todavía ocupan.

Ya sé que hace mucho tiempo lo dijo Tierno Galván, "las promesas electorales están para no cumplirlas", pero ya somos mayorcitos de 40 años de democracia, y, como nos jugamos mucho, es hora de que todos empezaran sus discursos con algo también oído en aquel tiempo, "puedo prometer y prometo" (lo dijo Adolfo Suárez), y cumplirlo.