La ubicación de Córdoba en Andalucía podría considerarse, en principio, como excéntrica por situarse en la parte más septentrional de la comunidad autónoma, si no fuese porque la principal vía terrestre que comunica el territorio con el norte es la A-4, y la primera capital que toca es Córdoba, donde se produce la bifurcación en la que la A-4 continúa hasta Sevilla y Cádiz, y la A-45 hasta Málaga, y que desde hace algunos años existe la posibilidad de proyectar una autovía Gradada-Badajoz, con Córdoba como punto intermedio y que se enlaza de manera directa con Portugal.

Las condiciones geográficas de Córdoba como punto de distribución logística, aunando que el transporte de mercancías por carretera es el principal medio de distribución en España, son suficientes para el impulso de un proyecto como punto de distribución en la Comunidad Autónoma, y con proyectos auxiliares que se puedan desarrollar, desde empresas de transporte, industrias menores, packing y comercio.

En los últimos años se ha apostado por el modelo turístico como proyecto económico, se ha tomado como referencia a ciudades costeras de turismo masivo en el que se abaratan precios, se fomentan apartamentos turísticos, y puestos de trabajo en condiciones abusivas y precarias. Dos ejemplos son las ciudades de Málaga y Barcelona, en el primero, el turismo combinado con inversiones inmobiliarias ha convertido a la Costa del Sol en una gigantesca conurbación costera, sin apenas un metro sin pavimentar desde Fuengirola al Rincón de la Victoria. La conurbación total de la costa de Málaga esta próxima. Sin embargo, los problemas de desempleo y precariedad se mantienen en la tónica general andaluza. En el segundo caso, en Barcelona, la ciudad con mayor afluencia turística del país concentra entre el 10 y 12% de población indigente de toda España, y la especulación inmobiliaria vinculada con el turismo hace imposible para cientos de miles de personas la compra en propiedad de una vivienda, o un alquiler no compartido. La economía relacionada con el turismo y la especulación se ha convertido en un fenómeno posindustrial que va camino de meterse en una nueva crisis. Una ciudad como Córdoba no se lo podrá permitir, tiene que adelantarse a modelos donde se produzca capital y puestos de trabajo que lo retroalimenten, que hagan que los trabajadores sean también consumidores y no personas en riesgo de exclusión.