Cayetano, el último de los cinco hijos que la fallecida duquesa de Aba tuvo con Luis Martínez de Irujo, ha estado todo el verano llorando por los platós de diversas televisiones. Tanta ha sido su llorera que en muchas entrevistas han colocado a su lado (aunque, obviamente, no se veía en la pantalla), a una señora de la limpieza, con la fregona preparada, para recoger el caudal lacrimógeno de Cayetano y evitar la inundación del plató. Cayetano también ha llorado en declaraciones concedidas a la prensa escrita, de tal forma que los periódicos que recogían la entrevista, se encontraban en los quioscos empapados de las lagrimas del duque de Arjona y conde de Salvatierra, y había que meterlos en el microondas para poderlos leer. Cayetano tenía motivos para llorar: estaba patrocinando su libro, y sabe que en este país las lágrimas son la mejor publicidad, aunque sean de cocodrilo y el que llora haya sido un borde toda su vida. En el libro, Cayetano pone como un trapo a todos sus hermanos, a su madre y a la Casa de Alba desde el primer duque.