Con cara compungida dice ahora que sí habrá gobierno de coalición. Pudo hacerlo hace siete meses con Ciudadanos o con Podemos, pero, al menos, por motivos partidistas para el PSOE, creyendo que iba a conseguir muchos más escaños y más poder, no lo hizo. No extrañaría que también no lo hiciera por una arrogancia resentida (no se olvida su amenazador "os vais a enterar") con respecto a Ciudadanos, o por un pavor que tiene a que Iglesias se siente en la misma mesa del gobierno, todo lo cual indicaría que lo que hace no parece que sea primero pensando en el país y en todos los ciudadanos.

Sea cual sea la causa, le ha salido rana, con, además, pérdida de escaños en el Senado, sin importarle los tropecientos millones que ha costado la gracia de no haber formado un gobierno de coalición en abril. Lo que hizo y hace, con una torpeza alarmante que puede llevar a todo el país a la ruina y a la desmembración del Estado, recuerda a un pirómano que abre fuegos en varios frentes y luego, muy patriota y progresista él, dice que los apagará, sí o sí, con un cubo medio lleno de agua.