Normalmente identificamos al periodismo basura con programas de televisión poco pedagógicos, tendentes al chismorreo alcahuetero. Si bien, al hilo de las dimisiones políticas recientes y de semejantes peticiones llevadas a cabo en el hemiciclo nacional, compruebo un nuevo «periodismo de basurero». Esta nueva modalidad consiste en revisar con lupa todo el pasado de nuestros políticos hasta dar con un punto filipino que el informador henchido atrapará y no soltará cual perro de presa. Las redes sociales harán el resto hasta ver consumado el politicidio. Como en todo proceso turbio es más que probable que el plan se cueza en cloacas atestadas de buitres sarnosos. Dado que los depuestos son sustituidos por otros de similar in/competencia, esta lavativa moral de representantes públicos no es que sea especialmente preocupante, más allá de lo aburrido que es leer la presa nacional hoy en día. Pero sí que quiero alertar que el «periodismo de basurero» es un arma de doble filo. Esta herramienta destructiva lo único que pretende es encontrar lo más podrido de los políticos. El político más incompetente del mundo sería un buen presidente en España, siempre y cuando su expediente fuese incólume. Pero ¿Quién se lee el CV del político antes de votar? ¿Alguien votó a Rajoy por ser registrador de la propiedad? ¿Algún votante del PSOE sabía que Sánchez era doctor por la UCJC? Los votantes de la Comunidad de Madrid ¿apostaron por Cifuentes por su preparación académica? ¿A los compromisarios populares les importó que Soraya fuera abogado del Estado o los cursos que haya hecho Casado?

El asunto tiene trasfondo. La política ha dejado de tener connotaciones ideológicas. No hay debates que analicen los problemas y propongan soluciones. A la sociedad eso le aburre. Esto exige preparación y formación, no siendo compatible con la sociedad digital que devora informaciones de línea y media. Y el virus se ha extendido al periodismo. El mejor periodismo busca y propone ideas a problemas generales y particulares, no solo el de la mera información y menos la morbosa.