Los pies los llevan en los patines, en los patinetes normales o eléctricos, en las bicicletas, en los seways, en esos cochecitos-carretilla de tres ruedas... Pero, ¿y las cabezas?, ¿dónde las llevan? Hemos leído con dolor que un joven ha fallecido en Barcelona atropellado por un tren cuando cruzaba las vías por un paso no autorizado subido en unos patines de línea. Desde la pena máxima por su familia y el respeto hacia el dolor, y desde la conciencia de que no se sabrá lo que ocurrido hasta que haya una investigación, no puedo evitar pensar en el poco cuidado que están poniendo para garantizar la seguridad los usuarios de estos medios de transporte, que no son nuevos pero sí lo son en cuanto a su uso actual en las ciudades. La seguridad de los demás, y la suya propia. He tropezado con chicas en patinete por las aceras de Córdoba y ni siquiera se han disculpado. He estado a punto de atropellar a ciclistas que se saltan el semáforo y entorpecen el tráfico mientras desdeñan el carril-bici. La seguridad de estos nuevos pilotos depende de que los vehículos de motor los respeten, pero, ¿y la seguridad de los peatones, que ya no caminan tranquilos por las aceras? Hace falta que el Ayuntamiento intensifique el control, y que los que utilizan patines, patinetes, bicis y demás aprendan a respetar. Son medios de transporte buenos para la salud y para el medio ambiente, pero no deben convertirse en peligro para el propio usuario o para los demás.