Al PP no le incomodó que quien pretende llevar las riendas de la nación esté impregnado de incertidumbres y malgaste el tiempo en justificarse.

Ahora nerviosos, a pesar de conocer la incierta mochila que Casado portaba, les parece escandaloso que se cuestione su honestidad por «unos deberes del colegio» y, además de tirar de argumentario con el consabido «y tú más», manifiestan sin tapujos que la prensa no se centra en lo importante, aseguran que se trata de una cacería, sugieren una conspiración, insinúan una venganza, cuestionan a la jueza que ha elevado el caso al Supremo inventando que «no ha encontrado nada», dicen -sin tener en cuenta a quienes lo ganaron con su esfuerzo y dinero- que es un máster de chichinabo, o declaran sin rubor que «la ética es la que marca la ley».

Esto es todo lo que el entorno de Pablo Casado es capaz de argüir sobre su expediente académico. Lo de siempre.

A Casado le ocurre lo que a Rajoy: su nublado pasado le persigue por donde va.

Y lo de Maroto, de traca.