Según Naciones Unidas el mundo está experimentando un envejecimiento demográfico sin precedentes e inevitable, y pide un dialogo generacional para abordar el bienestar social, no dejando de lado a las personas mayores con indudables necesidades y valores. Cada uno de ellos es irrepetible, mereciendo un trato diferenciado en todas sus etapas vitales.

El cumplir años nos hace ver cómo los más jóvenes viven sin pensar en que algún día ellos podrán encontrarse en la misma situación. En estos momentos se da una imagen de las personas de avanzada edad como grandes consumidores de recursos que nos aboca a una visión economicista y deshumanizada de todos ellos y ellas.

Es importante empezar sensibilizando a las generaciones más jóvenes, con un dialogo que busque y encuentre su empatía para con estas personas desde su niñez a su adolescencia (edad clave para sembrar ese cambio de actitud en el colegio y en la casa), para devolver la consideración y respeto que merecen nuestros mayores, admitiendo sus carencias pero también sus aportaciones a la sociedad.

Tenemos que conseguir dar la vuelta a esa mirada excluyente, resaltando el sentido positivo de la vejez y ser creativos, para favorecer una nueva cultura de relación que recupere el miramiento hacia este colectivo. Ese nuevo y educativo dialogo favorecerá la comprensión mutua de los deseos que ambas edades están anhelantes de conseguir. En definitiva un reencuentro con el buen trato. Son los niños y los jóvenes el baluarte para reconocer y cambiar esa discriminación invisible que hay hoy para con los mayores, no viéndolos como un incordio sino como un apoyo a su propia convivencia.