Supongamos que soy un hombre cualquiera que vive en este mundo de locos que nos ha tocado vivir. En realidad sí soy un hombre cualquiera y muy normal.

Cuando digo este mundo de locos, me refiero a la situación mundial de pandemia que estamos viviendo. covid-19. (Bicho, a partir de ahora).

Por razones laborales este hombre (que es militar de carrera), no trabaja en la misma ciudad donde tiene a la familia y residencia habitual. Se tiene que conformar, como muchos; en disfrutar de la familia solo los fines de semana.

Como muchos colectivos de trabajadores de nuestro país, toca trabajar de manera alterna con los demás compañeros. En esa situación, cuando se termina los días que tocaba trabajar, este hombre vuelve con la familia y lugar de nacimiento. Desde Madrid, donde trabaja hasta Córdoba, lugar de nacimiento y residencia.

Durante ese viaje este hombre no se encontraba muy bien, tenia mal cuerpo y al llegar a la residencia habitual, es aislado por la esposa en una habitación. Por cierto, esposa que; en todo momento ha estado como siempre, a la altura.

Tras unos días con mal cuerpo, aparece el temor. La fiebre. Tras este cambio de escenario se decide ir al servicio de urgencias de un hospital. El más cercano del domicilio, el destino; quien lo sabe. Hospital de San Juan de Dios en Córdoba.

Tras una serie de pruebas médicas, se confirma “el bicho”. Tras ser trasladado a la UCI, el estado de este hombre es tal que no recuerda nada y por lo tanto, sin voluntad propia para luchar. En este nuevo lugar, trabajan una serie de profesionales que, simplemente deciden luchar por este hombre y salvarle la vida.

Si, tan simple como eso. Puesto que, en ese momento; se pierde la voluntad, la noción del tiempo y sobre todo, querer luchar solo.

Estos profesionales se encargan de esa lucha, la lucha de un hombre que no conocen de nada, no han interactuado en ningún momento con él.

En definitiva, un perfecto desconocido. Sin embargo, ahí estaban para hacer; solo lo que saben hacer. Salvar vidas.

Esa era la labor diaria de este equipo de profesionales hasta que este hombre, un día se despierta y esa lucha diaria de los profesionales sigue igual. Lo único que cambia en esta situación es que, este hombre ahora es consciente de lo que han hecho y están haciendo por el.

A partir de este momento, este hombre solo puede hacer una cosa, (yo soy creyente); encomendarse a Dios y que lo salve. Para esos menesteres, a este hombre le hacen llegar dos estampitas. Dos estampitas a las que este hombre se aferra con todas sus fuerzas. Fuerza que no puede sacar para la exterminación de “el bicho”.

Una de las estampitas se hace llegar por parte del equipo de profesionales(San Juan de Dios) y la otra se hace llegar por parte de la esposa de este hombre (la Señora de Córdoba, la Virgen de los Dolores). Aunque lo he comentado antes, a lo largo de una vida en común; se pasa por cosas malas y otras muy malas (como la mayoría de las familias). Bueno, pues la esposa de este hombre; siempre ha estado a la altura y ahora no iba a cambiar la situación. Ha demostrado estar más que a la altura.

En fin, qué decirle a este gran equipo de profesionales. Solamente dos cosas. La primera es darle las gracias por la labor que hacen y en segundo lugar, por parte de este humilde hombre es, ofrecerse como amigo incondicional y que este hombre, les llevará en el corazón.

En segundo lugar, me gustaría agradecer a la familia, a esas personas conocidas y no conocidas que desde primera hora han estado apoyando a este hombre.

Solo hay que darles las gracias por saturar todos los días el móvil. Se han creado grupos de apoyo y ánimo desde dentro de España y desde fuera de nuestras fronteras. (por razones de trabajo).Lo único que este hombre siente es no poder haber contestado a todos los comentarios, pero se ha intentado.

En todo momento, éste hombre se ha sentido querido, arropado y apoyado. Han estado en todo momento dando ánimo y subiendo la moral de éste hombre para que no se sintiera sólo, afrontando ésta etapa de la vida. A éste gran grupo de personas, también se le da las gracias. Ha servido de mucho vuestra labor de apoyo.

Si a alguien le apetece subir a las redes sociales ésta nota de agradecimiento, doy mi consentimiento.

En fin, que decir; que no haya dicho ya. Gracias a todos.