Este grupo de personas no está esperando entrar a visitar la reforma de la iglesia que se ejecuta tras largo tiempo de abandono y deterioro, no, ni mucho menos; están ahí, esperando entrar, con suerte, porque son muchos más (275 según se ha publicado), las personas sin hogar, que intentan tener cama y comida esa noche, recogerse de los intensos fríos de estos días de crudo invierno, que no podemos imaginar cómo se pueden pasar sin techo, y las consecuencias que ello acarrea.

No voy a entrar en un análisis siquiera somero, de las causas que provocan estas situaciones injustas, estas desigualdades, desequilibrios sociales que colocan a nuestra ciudad como una de las más precarias del país. Requeriría un estudio más profundo. Sí quiero apelar a nuestros corazones, a nuestra conciencia, y que nos preguntemos ¿qué estamos haciendo mal? O dejando hacer a la clase política para sacudirnos nuestras responsabilidades para con nuestros conciudadanos que están sufriendo, con una carga de pesares y penurias, expulsados de la sociedad, abocados a ser invisibles ante nuestros propios ojos; tal es el grado de dejación, salvo un entusiasta y valeroso grupo de voluntarios que ayudan a estas personas, y asumimos como parte del paisaje urbano y cotidiano. Lo paradójico es que en la esquina de al lado se encuentra el SAE (oficina de empleo) y también el Imdeec, organismo municipal de desarrollo económico, compuesto por un montón de funcionarios que deberían velar porque estas cosas no ocurrieran.

Se puede decir que ya estamos en precampaña electoral, por lo que debemos exigir, plantear y protagonizar e implicarnos para que las personas que aspiren a ser los representantes en nuestra ciudad, pongan todas sus capacidades y esfuerzos en paliar los graves problemas que padecen miles de personas que viven en precario, poner el acento en la persona, como el eje que debe hacer girar toda actuación política. Una ciudad no es amable ni justa si no hace todo lo posible para que sus habitantes sean felices. Tenemos que comprometernos entre todos, a sacar a Córdoba del furgón de cola en desempleo y precariedad.

Por último transcribo unas definiciones de la pobreza de Ramiro Pinto, escritor y activista leonés, que son muy acertadas, para que reflexionemos sobre ello. La pobreza no existe, lo que existe en realidad son los pobres. El pobre está atado a su condición misma de ser pobre. Pobre es quien carece de medios suficientes para vivir, tan sencillo como eso.