Mi esposa y servidor, estuvimos visitando el Monasterio de El Escorial aprovechando este tiempo de cuaresma primaveral y preelectoral. Monasterio construido por nuestro Rey Felipe II con motivo del éxito y la victoria de la batalla de San Quintín. ¡Recibimos un baño de nuestra común historia de España! No pude reprimirme y expresar a nuestra documentaba guía, que debería de ser de obligada visita para nuestros diputados/as, antes de recibir su acta que los/as capacita para regir los destinos de España. Que gracias a la incorporación de Vox en el escenario político, ya se ha dejado de llamarla “este país”, expresión generalizada por nuestros políticos.

Desconocía que Felipe II ya a los 23 años sufría la enfermedad de la “gota”, cruel padecimiento que le acompañaría durante toda su vida; “facilitándole la delicada misión” de regir el primer y mayor imperio del mundo de la Edad Moderna. Monasterio, que estaba asistido por más de 200 monjes jerónimos. (En la actualidad la guardan 60 monjes agustinos) Eran los encargados de la “logística espiritual” que por orden de su Majestad tenían que celebrar más de 6.000 misas al año. Cuando Felipe II se instalaba en este austero edificio durante los meses de septiembre, octubre y noviembre, la misa era diaria y se celebrada a las 5 de la mañana. Toda la corte asistía de pie, en el recinto sagrado (bellísimo, por cierto) y la tropa permanecía a fuera, en el patio. Esta duraba “tres horas”. La pinacoteca que guarda es numerosa, los tapices excepcionales por sus coloridos y su biblioteca única, donde están depositados 50.000 ejemplares, 3.000 de ellos en lengua árabe. La belleza de su bóveda pintada como la temática, es, deslumbradora. Los recintos donde están depositados los restos de nuestros Infantes, Reyes y Reinas de España, también impresionan por su belleza, orden y el estricto protocolo de conservación. Destaca el féretro donde reposan los restos de D. Juan de Austria, hermano de padre del Rey Carlos I y reconocido por Felipe II. En él se alza la figura yacente esculpida de una sola pieza, en mármol blanco de carrara percibiendo la perfección de su tallado, como la belleza del rostro de quien capitaneó la Batalla de Lepanto, contra los turcos. Abrazado a su espada, la cual pesaba 12 kilos. Espada que no es la original, esta se encuentra en el Museo Naval. Al salir, me embargo un pensamiento de alegría de haber nacido en esta tierra de España. Todo nuestro Patrimonio Nacional nos habla de esta gran Nación y de su extensa y luchadora Historia que se hizo europea y mundial. Sin duda alguna... “España, no es un concepto discutido ni discutible”. Ni cabe dentro de ella, ninguna otra nacionalidad.