Un año más, estamos a las puertas de nuestra Semana Santa y, como ya viene siendo habitual desde hace años el Domingo de Ramos, mientras en las demás iglesias de nuestra capital las puertas se encuentran abiertas de par en par, en la de San Francisco y San Eulogio (Patios de San Francisco), una vez comienza la misa de Las Palmas, las puertas de dicho templo se cierran a cal y canto por orden del señor párroco. Para la celebración de esta eucaristía presidida por el párroco --y a la que asiste la «Comunidad Cristiana» creada en dicha parroquia--, se ponen alfombras, una nueva mesa de altar delante de las escaleras del presbiterio, se sitúan bancos a ambos lados de la nave central para que nadie pueda pasar de ahí, se colocan sillas formando una «U» alrededor del altar... Y con este proceder se aseguran de que, durante la celebración eucarística, nadie pueda acceder al templo y, mucho menos al lugar donde se encuentran los pasos que van a procesionar por la tarde (aunque se haga en silencio y con respeto).

Con todo esto me surgen las siguientes preguntas para este grupo de cristianos y el sacerdote representante del Obispado: ¿Desde cuando la eucaristía se celebra a puerta cerrada? ¿Por qué los que gustamos de ir a ver los pasos (aprovechando que es festivo) y rezar a las imágenes con algo de recogimiento, no lo podemos hacer en ese momento? ¿Es esta la Iglesia tan exclusivista la que ustedes pregonan y en la que pretenden que creamos? Sinceramente, como cristiano, siento vergüenza ajena. Supongo que nuestro señor obispo no tendrá ni idea de estas prácticas, pero de todas formas, ¡tampoco tengo mucha esperanza de que esto cambie!