Voy a opinar en nombre de muchos cordobeses que estamos viendo, alarmados y hartos, el uso y abuso de nuestro mayor monumento, por parte de políticos civiles y políticos religiosos.Ideologías, intereses y sectarismos, todo rebozado en el «bien común». Seguramente, algunos así lo sienten y lo respeto.

Creo que lo que queremos, la mayoría, es que todo vuelva a ser como antes, como en la época del obispo Infantes Florido (¡que buena gente!). Antes, la Mezquita-Catedral no era de nadie, con el uso y cuidado del Cabildo y, también, como todo monumento público, bajo la responsabilidad del Estado... o sea, de todos.

En estas estábamos, cuando llegó el obispo Asenjo inmatriculando todo lo que pudo (parece ser que incluso lo intentó con un conocido convento, pero se opusieron los frailes y no lo consiguió).

El actual prelado, nada más llegar, nos creó un trauma innecesario queriendo quitar y borrar toda referencia a la Mezquita, cuando nunca habíamos tenido problema en darle un nombre u otro. Y en esa lucha sigue, que solo ha ganado a medias.

Por cierto, todavía queda por alguna calle la flecha indicadora, de tiempos de Franco, que pone «A la Mezquita».

Ahora algunos políticos, plantean la solución de una manera drástica, y los que toman partido por una opinión u otra.

¿Queda alguien con sentido común? Que se deslegitime esa aberrante inmatriculación y que todo vuelva a sus antiguos cauces. En cuanto a los millones que factura el Cabildo gracias al monumento, sea justo o no, que siga como hasta ahora, pero con un control o inspección.

Y vamos a dejar la muletilla de «cristianos perseguidos», porque da bochorno.

Y... Porque nunca se vió cosa/, dentro de una judería/, una Mezquita famosa/ y en la Mezquita un gran templo/, ¡Catedral maravillosa!