No cabe duda alguna de que hasta que el sábado que se constituyan nuevos ayuntamientos, a los políticos les quedan días de infarto. Y es que no es para menos, se juegan en algunos casos el seguir en la poltrona, comiendo del pesebre público, otros cuatro años más. Las aguas en la superficie están tranquilas, pero debajo de estas hay una verdadera batalla a mordiscos para tratar de llevarse la mejor tajada.

El espectáculo que presentan estos paniguados es del todo punto lamentable y bochornoso, juegan con los votos del pueblo soberano como les da la gana a ellos. Vamos, que parecen críos en el recreo intercambiándose cromos: para ti este ayuntamiento, si me das tal comunidad, y a la inversa. Yo creo que ni en el gran mercado de Bagdad, existe este mercadeo de votos, al cual cada equis tiempo, la mayoría de los españoles, tenemos que ver y lo que hace sentir en muchos casos vergüenza ajena. Cada vez que pongo los informativos y veo el espectáculo gratuito que me ofrecen estos servidores públicos, me entran verdaderas arcadas de asco y repugnancia. Pero esta situación tan lamentable se solucionaría, tan simple y tan sencillamente, como cambiado la actual Ley Electoral, que es nefasta en todos los sentidos. Me pregunto, ¿porqué no se cambia?, eso, al parecer, es una de las grandes incógnitas de la humanidad.

Ni el mismísimo Leonardo da Vinci, de vivir, hubiera podido descifrar tal incógnita. En el momento en que un voto, según del lugar en que vivas, valga más o menos que el de otro, te convierte ya en un ciudadano de primera o de segunda, y si me aprietan, de tercera. Ya esta bien de que nos estén tomando el pelo de la forma en que lo están haciendo, intentando vendernos una Scuter por una Yamaha, y encima sin ser estas nuevas.