Quiero hacer unas puntualizaciones al debate mantenido en el Real Círculo de la Amistad de Córdoba el día 16 de enero.

Mi abuela, natural de Emeritae Augusta, casose con un cordobés arribando a Córdoba en el año 1921. Entre otras muchas experiencias, fue testigo directo del impulso de la remodelación de la plaza de las Tendillas; asimismo del traslado del monumento ecuestre al Gran Capitán a dicha plaza en el 1927. Me comentaba que el alcalde de Córdoba, don José Cruz Conde, en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, promovió la Casa de Córdoba, lo que le granjeó algunas enemistades de los sevillanos. Igualmente, ante las riadas del Guadalquivir hacia el Campo de la Verdad, creó el Cuerpo de Bomberos y la Guardia Municipal. La apertura de la entonces calle Málaga que, en su honor, cambió de nomenclatura por la que actualmente lleva su nombre. Es la memoria de los hechos.

Asimismo, contempló las huertas del rejoneador don Antonio Cañero, donadas a la ciudad para la construcción de casitas unifamiliares en virtud de las necesidades sociales, al igual que ocurrió con la barriada de Fray Albino. También me comentaba las anegaciones del llamado Arroyo del Moro en aquellas huertas y campos, que actualmente conforman la avenida del Conde de Vallellano. Por ende, además mantenía el recuerdo de aquellos años de «locos» como ella les llamaba, de aquella república que se alzó en el poder, sin razón y sin los votos suficientes, porque no ganaron aquellas elecciones municipales. De cómo impusieron una constitución sin ser votada. Y de cómo todo era un caos.

Quiero decir con todo ello que se podrá borrar un nombre, pero nunca se borrará su memoria. Quiero dirigirme a todos aquellos que en la actualidad están sembrando de nuevo el caos y la separación. Mi abuela no era de derechas, pero tampoco de izquierdas. Ella elogiaba a Cruz Conde, a Vallellano y a Cañero por ser unos grandes impulsores de la modernización de la ciudad. Obras son amores y no buenas razones. Por lo tanto, mantengamos la Memoria, esa memoria imparcial y reconocedora de los buenos hechos. A mí también me mataron familia.

Como bien ha dicho un ponente, podéis hacer la damnatio memorae cortando la cabeza, pero no podréis nunca cortar el cuerpo, esto es la Historia.

<b>María Dolores Gómez Zafra</b>

Córdoba