Das un vuelteo por Córdoba, avanzas por sus calles y compruebas las diferencias. Su centro, sus barrios de distintas clases sociales, sus zonas residenciales, zonas deportivas, zonas verdes, su periferia, sus chabolas/campamentos rumanos.

Barres con la vista la labor humana :edificios, estatuas, plazas, semáforos, avenidas. Bares, comercios, oficinas. Y con la presencia humana: gente trajeada, indigentes, niños y ancianos, personas enganchadas al móvil, individuos esperando al autobús. Tan distinto todo de años atrás, tan distinto todo de lo que vendrá.

Ciudad la nuestra, como tantas otras de occidente, que te desconcentra por lo cambiante del panorama. Asombro y desconcierto. Somos campeones en déficit: estamos a la cola en empleo y nuestros barrios siguen abrazados a la pobreza. Ya sé que son estadísticas, ya sé que nos estamos acostumbrando a esta realidad pero, ¿por qué tanta diferencia? Pienso que la culpa la tiene la mediocridad. Tantas décadas del poder en manos de los más mediocres han traído como consecuencia un enorme empobrecimiento general. Tanta diferencia social. Tanta mediocritacia.

Me consuela que entre la inmensa mediocridad que nos ahoga a todos, en algún lugar algunos obstinados siguen oponiendo resistencia.