Habitualmente cuando un estudiante decide hacerse médico, no prima el interés mercantilista en ello. Tienes 18 años, la vida por delante, ilusión a raudales y deseas dedicar tu futuro a ayudar a tus semejantes, a curarlos cuando sea posible, y a atenderlos y escucharlos siempre. Hablo desde la experiencia de 25 años de trabajo, de kilómetros de carretera haciendo contratos en pueblos, de los tiempos de «hoy trabajas, hoy estás de alta en la Seguridad Social», de navidades de guardia lejos de mis hijas, de sustituciones incontables, de exámenes para conseguir plaza estudiando de noche en casa. Porque este oficio tiene mucho de penoso que no contamos.

Ahora los médicos andaluces pedimos una serie de mejoras, como por ejemplo tiempo... ¿Tiempo? Pues sí...Estamos agotados, sufrimos ansiedad unos, hipertensión otros, contracturas musculares y cefaleas todos... No podemos, señores, no podemos hacer un diagnóstico de EPOC reagudizado en 5 minutos, no podemos consolar a una viuda de nuestro cupo en 5 minutos, no sospechamos una anorexia o unos malos tratos en 5 minutos... Y se retrasa la consulta, y los pacientes comienzan a protestar, y te avisan de una urgencia con dolor precordial, y la enfermera te llama porque su paciente sufre una crisis hipertensiva, y recuerdas que tienes dos avisos domiciliarios...

La jornada avanza, el trabajo se termina y te marchas, hasta mañana, pero de repente recuerdas que quizás has olvidado recetarle el antihipertensivo a María o pedirle el PSA en la analítica a Manuel, que cualquier día se te va a pasar algo importante, que así no se puede... Y lo comentas con los compañeros, y están igual y nos quejamos y seguimos y nos quejamos...

Por eso yo le pido al gobierno del signo que sea que ayude a los que ayudan, que pare el bucle, que nos dignifique, que explique a la población que nosotros no tenemos el poder de dar o quitar prestaciones, que solo queremos hacer nuestro trabajo sin riesgo de errores, tener tiempo de escuchar, de coger una mano... De desempeñar dignamente la que, a pesar de todo lo dicho, es la profesión más hermosa y gratificante que existe. Háganlo y tendrán una mejor Atención Primaria, que al fin y al cabo es la puerta de entrada del paciente al sistema sanitario. También tendrán profesionales con más capacidad y salud.

Diez minutos... ¿Es tanto?