En respuesta a la carta ilustrada del día 28 sobre los gatos, firmada por Juan Salvador Gómez Moreno-Laguna, y que hace referencia a nuestra asociación, exponemos nuestro pesar y tristeza al leer estas palabras, pero a la vez nuestra tranquilidad y sosiego porque opiniones así, por suerte, están en decadencia en nuestra sociedad.

El argumento sobre las carencias en materia social como ataque a las ayudas a los animales se encuentra más que rancio, pobre e injustificado. Podríamos ejemplificar multitud de gastos mucho más superfluos que la ayuda a los animales; no estaría de más que personas como el firmante los utilizaran alguna vez para hacer este tipo de «demandas». Son muchos los voluntarios de ONG «humanas» los que nos tienden la mano y valoran nuestra labor. Nos alegra ver cómo cada vez más ciudadanos comprenden que invertir en ayudar a los animales es apostar por una educación en valores, en el respeto a cualquier forma de vida, porque eso engrandece el alma del ser humano, y revierte en nuestra mejor convivencia.

En cuanto a la alimentación de estos gatos por parte de nuestra asociación, informamos y aclaramos que semanalmente, siempre que las lluvias lo permiten, nos adentramos a pie hasta la misma Noria, cruzando barrizales, y cursos de agua, (con troncos de madera) exponiéndonos a mas que una simple torcedura de tobillo, para proporcionarles alimento adecuado en un lugar oculto en el interior. A la vez que alimentamos, capturamos para esterilizar y volver a soltar, de modo que se vaya controlando y reduciendo la población de esta colonia de gatos ferales (se denomina «colonia», no manada). Por tanto, todas estas «andanzas» las realizamos cargadas (si, todas somos mujeres) de grandes y pesadas jaulas trampas, complicando más si cabe el trayecto.

La basura que se observa desde la Ribera es generada en su mayoría por turistas que al pasear por el lugar, se apiadan de los animales y les arrojan comida. No podemos censurar el origen de dicho acto, pero siempre intentamos concienciar para que no se lleve a cabo, y por ello, desde aquí hacemos un llamamiento para corregir esas actuaciones, comulgando con el firmante en que no se puede ensuciar así este espacio, por muy buena intención que haya detrás. De hecho, voluntariamente hemos asumido la tarea de limpiar siempre que podemos, y le aseguro, no es nada fácil para nosotras. Después de todo este esfuerzo, nos toca leer exposiciones como la del señor Gómez Moreno-Laguna, cuya preocupación no es solo por los desfavorecidos socialmente, sino también por el patrimonio y el paisaje urbano. Le tocó a los gatos cargar con toda la responsabilidad de estos problemas.

Por último, cuando acordamos el convenio con Sadeco para controlar determinadas colonias felinas de nuestra ciudad asumimos que al igual que alegría y satisfacción en parte de la sociedad, el mismo generaría discordia y críticas en otra parte de la ciudadanía. No nos preocupa demasiado, respiramos hondo, y cogemos fuerza para seguir trabajando, con lluvia, frío, calor, cansancio o injustas acusaciones, para que pronto se logren los objetivos de este maravilloso y humanitario proyecto.