En las diferentes informaciones que los medios han ido distribuyendo sobre la presunta violación de una joven de 18 años en Bilbao por parte de seis argelinos de origen magrebí (con perdón de la multiculturalidad), se echan en falta algunos detalles que suelen ser muy copiosos en el caso de otros sucesos similares. Como por ejemplo, mayores datos sobre la identidad de los presuntos, como fotografías, nombres y apellidos, lugar donde vivían y a lo que se dedicaban (si es que se dedicaban a algo), posibles subvenciones y ayudas públicas que recibían, antecedentes penales, etc. Más que nada, para que estos presuntos violadores no se consideren a sí mismos discriminados por su origen respecto a otros casos en que los supuestos autores son españoles. Como tampoco vendría mal que en las pancartas y carteles que se exhiben para mostrar el rechazo a este tipo de delitos, de contenido tan inefable como ese que decía «No a la cultura de la violación» (?), más que utilizar el euskera y el castellano, se incluyeran mensajes en árabe, porque quizás de este modo podrían llegar a ser comprendidos por más gente.