El mismo día mismo en que Casado afirmó -así lo entendieron hasta los suyos-- que iba a bajar el salario mínimo, se cayó el velo que cubría su sede en la calle Génova, dañando parte de la cara reforma hecha -según sentencia judicial- con dinero negro; quizá no pudo aguantar la enorme cara de Casado pintada en lienzo, con el lema -diríase de humor negro- que le calificaba de “Valor Seguro”.

Más aún: ese mismo 10 de abril fue cuando, tras sus numerosos traspiés y desmentidos sobre sus conocimientos universitarios y hasta de la geografía de España, así como respecto al aborto, las pensiones, el terrorismo, etcétera, una encuesta vaticinaba que perdería hasta 51 diputados. Preguntado si en ese caso dimitiría, tuvo el coraje de responder que no, que había sido elegido para cuatro años por el PP. El que no se consuela es porque no quiere.